Tres razones para no tirar las colillas al suelo

Fecha de Publicación: 29 junio, 2022

Pequeños cambios sencillos en el comportamiento individual e institucional harían mejorar la situación relacionada con las colillas, incluso sin afectar demasiado a la libertad de los fumadores.

Salud, medioambiente y educación. Y no necesariamente en ese orden. La vida de los fumadores, o su calidad de vida, ya no es el único problema. Hace ya tiempo el efecto nocivo del tabaco ha llegado a los no fumadores y al medioambiente global.

El efecto de 90 millones de cigarrillos al día solo en España no puede ser ignorado. Arrojadas al suelo, las colillas son arrastradas por las aguas de escorrentía y después de viajar por las alcantarillas, terminan en ríos y océanos.

SALUD
Cada año se consumen en el mundo unos 6,5 billones de cigarrillos, que son responsables de la muerte de más de 8 millones de personas.

Las colillas contienen numerosas sustancias tóxicas que quedan parcialmente retenidas en su filtro: nicotina, metales pesados (mercurio, plomo, cadmio, arsénico), ácido cianhídrico (utilizado en las cámaras de gas durante el Holocausto), hidrocarburos aromáticos policíclicos e incluso sustancias radioactivas como el polonio-210.

Estos datos son lo suficientemente elocuentes como para preguntarnos cómo es posible que todavía se permita la venta de tabaco, que constituye la primera causa de muerte evitable en el mundo, además de las millonarias pérdidas económicas que se producen en el sistema sanitario para intentar contrarrestar las enfermedades producidas por su consumo.

MEDIOAMBIENTE
En este ámbito se pueden definir tres tipos de problemas: el que causa el propio material de la colilla, los que causan los productos tóxicos que quedan retenidos en una colilla usada, y el hecho de que suelen ser arrojadas encendidas.

Las colillas tardan en degradarse hasta 10 años y pueden llegar a contaminar 500 litros de agua.

Dos tercios de las colillas que se arrojan al suelo en todo el mundo terminan en el mar, y a veces los animales las confunden con alimento.

Puesto que las colillas contienen filtros de acetato de celulosa, un tipo de plástico que no es biodegradable, permanecen mucho tiempo en el medioambiente, liberando lentamente los compuestos tóxicos que contienen y contribuyendo a la contaminación de los ecosistemas.

Actualmente las colillas suponen el principal tipo de residuo a nivel mundial, especialmente en los océanos.

Además, no puede omitirse el hecho de que una colilla puede ser la causa de la ignición que inicie un incendio, algo que pasa en muchas cunetas de carretera cuando los conductores la arrojan por la ventanilla del coche.

EDUCACIÓN
Muchas personas evitan arrojar al suelo papeles, bolsas y otros objetos, pero después de fumarse un cigarrillo no tienen ningún problema para arrojar la colilla al suelo. Esta actitud ha terminado dejando 72 000 millones de colillas en el medio, y son el segundo residuo más abundante a nivel global.

Actualmente las colillas constituyen el 40 % de los residuos en el Mediterráneo. Es llamativa la falta de relación entre el esfuerzo que supone no arrojar la colilla al suelo, y el número de los que sí las arrojan (se calcula que un 60 % de los fumadores). En el mejor de los casos, las colillas se tiran a los contenedores de basura y se llevan a los vertederos, pero como veremos ni siquiera esto es una solución aceptable.

¿Y cuáles son las razones por las que se arrojan al suelo? Es evidente la falta de conciencia del problema, la normalización social y la falta de remordimiento, todo reforzado por modelos cinematográficos. Algunos fumadores argumentan que en la mayoría de lugares no hay dónde depositarlas. Dada la importancia del tema, ninguna es una razón de peso.

LEGISLACIÓN
En la actualidad, las colillas que acaban en la basura mayoritariamente llegan al vertedero. Sin embargo, debido a su carácter tóxico, no deberían tratarse de este modo, ya que por su naturaleza química requieren de una gestión especial.

Como la mayoría de los productos puestos en el mercado, y siguiendo las pautas que marca la tendencia de la economía circular, los productos susceptibles de transformarse en residuos son responsabilidad del productor (responsabilidad ampliada del productor). Regulada desde hace varios años por la Unión Europea, solamente se aplica a aparatos eléctricos y electrónicos, pilas y acumuladores, vehículos, envases, neumáticos y aceites minerales, pero debería incluir a las colillas.

La Directiva (UE) 2019/904 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 5 de junio de 2019, relativa a la reducción del impacto de determinados productos de plástico en el medioambiente, señala que “es preciso reducir el enorme impacto medioambiental causado por los residuos generados por el consumo de productos de tabaco con filtros que contienen plástico, que se desechan de manera incontrolada directamente en el medioambiente”.

SOLUCIONES
Existen soluciones muy sencillas, como la generalización de ceniceros portátiles (ya existen unas bolsas ignífugas y herméticas que evitarían que las colillas acaben en el suelo).

En la ciudad de San Francisco (California), además de las campañas de educación pública (educación ambiental), se han instalado cientos de recipientes cilíndricos para la recogida selectiva de colillas que ha supuesto una reducción del 60 % de este residuo en la basura convencional, y se ha impuesto una tasa especial al tabaco para recuperar los gastos que supone para la ciudad la limpieza de las colillas.

Por otra parte, las colillas, una vez recogidas de forma selectiva, pueden valorizarse mediante reciclado y ser utilizadas para otro uso, por ejemplo como aislantes termoacústicos.

Otra alternativa para reducir el impacto de las colillas es eliminar los filtros de los cigarrillos, ya que diversos trabajos científicos, refrendados por la Organización Mundial de la Salud, han demostrado su poca eficacia para proteger la salud del fumador, siendo principalmente una herramienta de marketing que crea en el fumador una falsa sensación de seguridad. La alternativa sería la creación de filtros más eficientes cuya composición biodegradable reduciría su tremendo impacto a escala global.

Parece evidente que pequeños cambios sencillos en el comportamiento individual e institucional harían mejorar la situación relacionada con las colillas, incluso sin afectar demasiado a la libertad de los fumadores. Un ejemplo sencillo es que podríamos disfrutar de un paisaje mejorado si sacamos las colillas de él. El medioambiente nos lo agradecerá.

*Fuente: residuosprofesional.com

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